By Iván Seira, Julia Farías Güizzo, Martín Ferreiro y Sofía Santamarina.
Editor: Ignacio Lara.
Diseño: Ramón González.
El próximo 12 de marzo, Honduras celebrará elecciones primarias donde se definirán los candidatos presidenciales, legislativos y municipales para las elecciones generales de noviembre, cuando los centroamericanos elijan nuevo presidente, 128 diputados, 298 corporaciones municipales integradas por un alcalde y sus respectivos regidores y las diputaciones al Parlamento Centroamericano (PARLACEN). Ahora bien, es importante señalar que solo tres de los partidos hondureños participarán de estas primarias: el oficialista Partido Nacional (PNH), su tradicional opositor, el Partido Liberal (PLH), y mucho más joven, el Partido Libertad y Refundación (LIBRE). Los partidos minoritarios, la Democracia Cristiana, Unificación Democrática, y PINU-SD, no celebrarán internas, sino que se someterán a la voluntad del electorado en las elecciones generales de noviembre. Cabe destacar que las primarias son abiertas, es decir, no resulta necesario encontrarse afiliado a ninguno de los partidos políticos que participen de la contienda electoral.
Es importante señalar que los procesos de selección de candidatos son disímiles a lo largo y ancho del mundo, y Honduras no es la excepción. Diversos trabajos propios de la Ciencia Política han distinguido al proceso de selección de candidatos como una de las principales actividades de los partidos políticos.
Sin embargo, las elecciones internas no fueron moneda corriente en Honduras y emergieron como resultado del contexto político e institucional de 1985. En 1982 luego de diez años de dictadura militar, Roberto Suazo Córdova es elegido como presidente en las urnas, venciendo el Partido Liberal por sobre el Partido Nacional. Habiendo finalizado su mandato, el aquel entonces Presidente hondureño llevó adelante un intento de extender su mandato en contraposición a lo establecido en la Constitución. El por entonces diputado Roberto Micheletti llamó a una constituyente para extender por dos años el mandato de Córdova, pero ante el fracaso, el presidente quiso imponer su propio candidato, Óscar Mejía Arellano, generando una crisis política.
Por su parte, en el Partido Liberal, José Azcona se ungió como líder del partido en una campaña en contra del aquel entonces presidente Córdova. Es así como tanto el PLH y el PNH poseían más de un candidato a la presidencia hondureña.
Frente al temor de la irrupción al régimen democrático y con un congreso en contra, los partidos consensuaron celebrar elecciones internas y generales a la vez. En el acuerdo se sumarían la totalidad de votos de los candidatos por partido, consagrándose ganador aquel con mayoría de votos. A su vez, el candidato más votado dentro de dicha fuerza sería el ungido como presidente. El resultado arrojó como candidato más votado a Rafael Callejas, del Partido Nacional, que, sin embargo, no fue el partido más votado. El Partido Liberal, habiendo obtenido mayor cantidad de votos que su rival, consagró como presidente a José Azcona Del Hoyo.
Escenario Actual
Para esta elección en particular competirán un total de 17 movimientos internos de tres partidos, el Partido Nacional, el partido Liberal y LIBRE. Así el Tribunal Supremo Electoral (TSE) reconoció para el Partido Nacional del presidente Juan Orlando Hernández tres corrientes internas: por un lado, el “Movimiento Nacional Callejista” (Monarca) liderada por Roberto Ramón Castillo; “Juntos por más cambios” y “Unidos por la nueva Honduras”; estos últimos dos impulsan la candidatura del actual presidente Hernández.
Por su parte, El Monarca, nacido en los años 90, es el movimiento nacionalista más antiguo que actualmente lleva como candidato presidencial a Roberto Ramón Castillo Callejas, designado por su ex líder, Rafael Leonardo Callejas, quien está atravesando un proceso legal por los hechos de corrupción en la FIFA.
En el PLH cinco movimientos internos presentan candidatos: el “Movimiento unámonos por Honduras” que lleva como candidato presidencial a Enrique Ortéz Sequeira, el “Movimiento por Honduras, por nosotros” con Luis Zelaya como candidato presidencial; el “Movimiento nuevo liberalismo” que lleva a Gabriela Núñez como su candidata a presidente; el “Movimiento nueva actitud” con José Eduardo Martell como candidato a presidente y por último, el “Movimiento alianza popular progresista” quien lleva como candidato presidencial a Carlos Montoya.
En el caso de LIBRE, la del 12 de marzo será su segunda experiencia con primarias. Esta vez, nueve serán los movimientos internos de LIBRE que se presenten: “POR” (Pueblo Organizado), “Somos +”, “Pueblo Libre”, “FE” (Fuerza y Esperanza), “FRP” (Fuerza de Refundación Popular); “Avancemos”, “Movimiento 5 de Julio”, “M28 Poder Para Vos” y “MRP”.
Los protagonistas de esta elección interna serán: por el PNH, Roberto Ramón Castillo, quien lidera el movimiento nacionalista más antiguo.
Por otra parte, se encuentra Juan Orlando Hernández, quien es el actual presidente de Honduras y fue protagonista del proceso de reforma constitucional que habilita la reelección del presidente. Hernández fue diputado en el Congreso Nacional por el departamento de Lempira desde 1998 y presidente entre 2010 y 2013.
En tanto los principales protagonistas del PLH serán: Enrique Ortéz Sequeira, quien se constituye como un dirigente tradicional del partido. Ex magistrado del TSE durante el golpe del 2009, con un apellido de larga tradición en el partido, que data de cuatro generaciones familiares como dirigentes partidarios.
A su vez, competirán con el Luis Zelaya, ex rector de UNITEC (Universidad Tecnológica Centroamericana). Candidato proveniente de la academia, representante de un amplio sector de la juventud del PLH; Gabriela Nuñez, ex ministra de finanzas bajo el gobierno de Roberto Micheletti, presidenta del banco central de 2006 a 2007; José Eduardo Martell, hijo de un ex embajador hondureño y presidente del Tribunal Disciplinario del PLH, representa una propuesta más amplia, con una renovación partidaria y Carlos Montoya, ex presidente del Congreso Nacional, representa un ala tradicional del PLH, contando con una importante estructura partidaria a nivel nacional.
Finalmente, por LIBRE, la principal candidata es Xiomara Castro de Zelaya, esposa del ex presidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009, que representa la continuidad y apoyo al gobierno del ex mandatario. Fue candidata durante las elecciones del 2013.
Sistema de partidos en perspectiva histórica
Es importante mencionar que el país caribeño experimentó lo que en la Ciencia Política se denomina “la tercera ola democratizadora”, adoptando nuevamente un régimen democrático en el año 1982, habiendo atravesado casi veinte años bajo un régimen autoritario. Para el 2009, con una democracia más experimentada, las fuerzas armadas hondureñas llevaron adelante un golpe de Estado: en un operativo nocturno, detuvieron y deportaron al entonces presidente liberal, Zelaya, poniendo fin a su mandato tras meses de enfrentamiento del representante del PLH con el Congreso. Y como bien señala Aníbal Pérez-Liñán[1], la pérdida del escudo legislativo trajo consigo una crisis en el Poder Ejecutivo, que culminó con los sucesos del 2009. Es por ello que el sistema de partidos del país centroamericano ha tenido que adaptarse a un nuevo escenario político, con instituciones endebles y un presidente destituido.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en la década del 70, el golpe no dio lugar a la emergencia de un régimen autoritario. Muy por el contrario, aquellos actores que habían propiciado la remoción del presidente constitucional resolvieron recurrir prontamente a nuevas elecciones. Este cambio de paradigma puede ser explicado a través de una serie de variables, entre las cuales se encuentra el cambio en el escenario internacional, que ha aumentado sensiblemente los costos de adoptar instituciones autoritarias. En esta línea, los politólogos Steve Levitsky y Lucian Way[2] señalan que, a partir de los 90, tras el colapso de la Unión Soviética, el modelo democrático se tornó hegemónico en el bloque occidental. En este nuevo escenario, la instauración de regímenes autoritarios como fue concebida durante mediados de siglo se ve condicionada por la presión de la comunidad internacional.
Por su parte, el noruego Leiv Marsteintredet[3] señala, en un estudio realizado en 2008, que las interrupciones presidenciales son enfrentadas por los mismos regímenes presidenciales a través de mecanismos más flexibles, lo que implica que no necesariamente un golpe de Estado tradicional, como el suscitado en Honduras, traiga consigo la instauración de un régimen autoritario, sino que los mismos funcionan como un procedimiento de control, o rendición de cuentas, sobre los actos gobierno de los Presidentes en ejercicio, donde los ciudadanos rechazan a los gobernantes que ellos mismos eligieron años atrás.
Pero lo que cambió después del 2009 no fue sólo la constitución sino también el sistema de partidos. Hasta el momento, Honduras, tenía un sistema bipartidista, tal como se observa en el gráfico 2, con bajos niveles de polarización y distancia programática e ideológica: el Partido Liberal (PLH) y el Partido Nacional (PNH) disputaban el poder. Las elites políticas de ambas organizaciones lograban negociar reformas políticas y electorales, pactando en las crisis y haciéndole frente a las luchas intrapartidarias, fortaleciendo así el statu quo[4]. Empero el problema de representatividad del sistema de partidos en el 2009[5] produjo una división al interior de los partidos tradicionales (PLH y PLN) y el surgimiento de nuevos (Libre, Faper, PAC y Alianza Patriótica).
A raíz del golpe 2009, el sistema de partidos hondureño atravesó un proceso implosión y diversificación, con el surgimiento de nuevos actores en la escena partidaria del país caribeño. Así en el PLH se encontraban por un lado el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), a favor de convocar la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y pro Zelaya, y por otro lado defensores del golpe: la Unión Cívica Democrática (UD)[6].
En el año 2012, provenientes del FNRP y situados a la izquierda del espectro ideológico[7], surgen los partidos Libertad y Refundación (Libre) y el Frente Amplio Político Electoral de la Resistencia (Faper), ambos de raíz movimientista, nutridos por organizaciones sociales y ex militantes del PLH. Sin embargo, también nacieron fuerzas conservadoras: el Partido Anticorrupción (PAC) creado por el outsider Salvador Nasralla, cuyo programa remarcaba la lucha contra la corrupción y pro institucionalidad y la Alianza Patriótica Hondureña, creado por quien fuera jefe de la FFAA con Zelaya, el general retirado Romeo Vásquez Velásquez.
Es importante sumar los elementos institucionales previos que contribuyeron al inicio del fin del bipartidismo: la reforma electoral de 1993, que permitió la elección separada de alcaldes y la de 1997, que impulsó la boleta separada en elecciones presidenciales, legislativas y municipales, facilitaron la entrada de “partidos emergentes”[8] como el PINU, PDCH Y PUD. En síntesis, Honduras atravesó un proceso por el cual, en 1993 se permitió la elección separada en una única boleta, para luego implementarse en 1997 papeletas individuales. Ya para el 2005, a través de una enmienda constitucional, se implementaron las boletas abiertas para la elección de congresistas, con un sistema de representación proporcional y boleta separada, lo cual generó mayor autonomía de los candidatos respecto a los partidos y llevó a un modo más local hacer campaña. Al mismo tiempo, las primarias abiertas e internas alteraron las cúpulas de las organizaciones: quien venza en las primarias se lleva el apoyo del partido y su estructura al momento de gobernar.
Sumado al contexto institucional conflictivo, se presentó el enfrentamiento del Ejecutivo con sectores empresariales por las políticas adoptadas y de Zelaya con el propio PLH, aumentando la polarización en un sistema, que no supo atender las demandas sociales hondureñas. De esta forma el país caribeño llegó al 2017 con 3 partidos encabezando la elección presidencial y un total de 17 movimientos internos.
No menor es que, en 2015, la sala constitucional del máximo órgano judicial hondureño emitió una resolución por la cual declaraba inaplicable la prohibición de la reelección. La inaplicabilidad del artículo 239 se fundamentó, paradójicamente, en otro artículo constitucional: el 45. Este establece que no han de regir en el país disposiciones que disminuyan el derecho a participar en la vida política de la nación.
El levantamiento de la prohibición de la reelección ha tenido efectos inmediatos sobre la política hondureña: el candidato más fuerte dentro de las internas del partido nacional, y uno de las figuras mejor posicionadas de cara a la elección general de noviembre de 2017, es precisamente el actual presidente Juan Orlando Hernández. Es claro que, de haberse mantenido vigente el artículo 239, el escenario electoral sería otro.
Perspectivas para una elección general
Tal y como fue mencionado, la historia electoral hondureña durante los últimos años ha atravesado sus claroscuros, dificultando así la consolidación de un sistema de partidos estable y poniendo en jaque a las instituciones del régimen democrático.
Es por ello que la adopción de mecanismos de democracia interna por parte de los partidos políticos aparenta ser una señal de madurez por parte de los mismos. La consolidación de mecanismos de elecciones internas será de vital importancia para ordenar la oferta partidaria y democratizar el proceso de selección de candidatos, poniéndolo ahora en cabeza del electorado y no como una decisión discrecional por parte de las elites partidarias.
Para la elección del 12 de marzo, será crucial evaluar el comportamiento de las corrientes que compiten hacia el interior de cada uno de los partidos, para lo cual será fundamental evaluar el grado de disciplina partidaria con la que cuentan los partidos tradicionales hondureños En otras palabras, si los derrotados hacia el interior de cada uno de los partidos se alinean bajo el candidato electo en las elecciones generales, o deciden brindar su apoyo a algún candidato ajeno a su partido de origen. Esto será determinante para el desarrollo de las elecciones generales en noviembre.
Con la reciente mutación del sistema de partidos y los cambios institucionales que atravesó Honduras durante los últimos quince años, resulta difícil pensar en un escenario claro en materia de resultados electorales, situación que se magnifica con la reciente oficialización de múltiples candidaturas internas por parte de los partidos políticos tradicionales.
Sin lugar a dudas, los vaivenes del país centroamericano, en lo que a su historia electoral concierne, la convierten en una nación atractiva para futuros análisis políticos.
Referencias
[1] Pérez-Liñán, Anibal, 2009. “Juicio político al presidente y nueva inestabilidad política en América Latina”. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
[2] Levitsky, Steve y Way, Lucian, 2004. “Elecciones sin Democracia. El surgimiento del autoritarismo competitivo”. Medellín: Estudios Políticos N° 24.
[3] Marsteintredet, Leiv, 2008. “Las consecuencias sobre el régimen de las interrupciones presidenciales en América Latina”. Salamanca: América Latina Hoy.
[4] . Torres, Manuel. 2011. “El terremoto institucional y la necesidad de un nuevo inicio”. Tegucigalpa: CEDOH.
[5] Otero, Patricia. “Honduras: Elecciones presidenciales y legislativas”. Salamanca: OIR.
[6] Ruhl, Mark. 2010.” Honduras unravels”. Journal of Democracy N° 21
[7] Otero, Patricia. “Honduras: Elecciones presidenciales y legislativas”. Salamanca: OIR.
[8] Ibídem